Ricardo nos cuenta su experiencia como aliado siendo voluntario en los Festivales del Saber y las Bibliotecas de Calle

Conocí a Cuarto Mundo a través de un amigo que llevaba 2 o 3 meses colaborando en una Biblioteca de Calle y me dijo que se hacía un Festival del Saber, que podía ir gente. Como era verano y tenía tiempo, fui a ese Festival, que se hizo en Vallecas y en San Isidro, y fue genial, aunque no continué durante el curso, pero sí que volví el año siguiente, y volví a terminar encantado, así que decidí seguir con las Bibliotecas de Calle. Me comentaron que se empezaba en un sitio nuevo, en Las Sabinas (Arroyomolinos), que no había nadie que pudiera ir, y ahí he ido.

Hay otros lugares, como en la Universidad, en los que me encuentro fuera de lugar, y volver a bajar a la tierra, a estar con quien me siento más identificado, me ayuda a sentirme con gente con la que yo quiero estar. Estar con chavales jugando o hablando de experiencias de las que puedes aprender, encontrándome con otra cultura como la gitana (ya que la mayoría son familias gitanas), me ayuda a ver las cosas de otra forma.

Respecto a ATD Cuarto Mundo, siento que compartimos un proyecto y que la forma de llevarlo es muy afín a mí, muy horizontal, aunque haya gente que tiene experiencia de muchos años en muchos lugares diferentes se nota que eres uno más. Me he sentido muy cómodo. Además, no se va ya con ideas previas de qué es lo que necesitan las familias, sino con ganas de preguntar y escuchar a las familias, sin pretender tener la verdad.

Yo voy con la idea no de enseñar sino de compartir. Por ejemplo, en un Festival del Saber que era sobre juegos, el poder compartir juegos de mesa, que para mí es el mejor plan posible, y que vieran que a un chaval mayor que ellos podía gustarle eso, era algo nuevo. Y yo aprendo sobre otras maneras de relacionarse, a tratar con peques sin ponerme yo por encima, sobre sus necesidades, sobre otras formas de enfrentar el día a día…

Creo que proyectos como las Bibliotecas de Calle pueden cambiar las cosas, dar esperanzas, aportar nuevas personas de referencia. Como por ejemplo cuando en las Sabinas invité a una amiga que es gitana y que está estudiando en la Universidad, para mi ya es una forma de que vean que pueden, aunque haya un montón de trabas por cómo funciona la sociedad. Es duro descubrir determinadas cosas, como ver a chavales que están en tercero de primaria y no saben leer todavía. En ese sentido, dar herramientas a través de la Biblioteca de Calle puede ser útil también para luchar contra la pobreza. Es animarles a que luchen, desde lo mas básico, que es luchar para no estar en una situación de pobreza.

La Biblioteca de Calle me ayuda a estar más en la calle, con la gente que quiero estar. Así, cuando luego participo en otros espacios de compromiso más globales frente a las injusticias del sistema, las situaciones que me comparten las familias del barrio me ayuda a recordar por qué lucho y evita que me apalanque.

Os animo a todo el mundo a que probéis. Aunque tengáis dudas, yo siempre he encontrado a la gente de ATD Cuarto Mundo muy abierta, tomando en cuenta a todo el mundo que participa. Para mí esa es una de las cosas más importantes de ATD Cuarto Mundo en relación a otros sitios en los que he estado.