El pasado 14 de junio nos reunimos en una mesa redonda varias personas afectadas y asociaciones (Parla Cuida, ATD Cuarto Mundo) que contamos con espacios de información y atención ante situaciones de vulneración de derechos y exclusión social para exponer la situación de abandono, soledad y falta de derechos que sufren nuestras vecinas y vecinos de Parla, y para decir alto y claro que en cuestión de derechos, no queremos migajas. Recogemos a continuación diferentes ejemplos compartidos.

En estas semanas la ciudadanía de Parla se moviliza como respuesta a la degradación de la sanidad pública, a la falta de un centro de salud prometido hace más de 14 años o por el cierre de los servicios de urgencias de la atención primaria. Al mismo tiempo esta movilización por el derecho a la sanidad convive con toda las migajas de derechos que se ofrece a la población en situación de pobreza y exclusión social. Por ejemplo, este año miles de vecinas y vecinos de Parla han visto como se les negaba el acceso a su centro de salud porque ha cambiado el reconocimiento de su derecho a la atención sanitaria y se les ha sacado del sistema. También hay quien ha visto que le niegan el acceso a medicación gratuita al serle denegado el Ingreso Mínimo Vital. Hay quienes para poder ir al médico tienen un largo recorrido de solicitud de la atención que les lleva a rellenar documentación, pedir cita, trasladarse a otro municipio a hacer trámites y… tener suerte. Mientras tanto, ven negado un derecho básico como es la atención sanitaria.

En cuestión de salud, no queremos migajas.

El empadronamiento, llave cerrada a los derechos

“Yo vine a Cuarto Mundo porque no me querían empadronar, ni a mí ni a muchas familias y vecinas, solamente por vivir donde vivimos”, dice Aziza. Y recuerda que para ella y para muchas otras se ha tratado de un proceso largo con muchas etapas, cartas, escritos, reuniones, diálogos sobre protocolo, solicitudes, reuniones, trámites y más trámites. Es cierto que en Parla la determinación y movilización de muchas familias como Aziza han conseguido que se desarrolle un protocolo (interno) de empadronamiento en el que al demostrar la situación de arraigo social en una vivienda se hace efectivo el trámite en el plazo de tres meses. Pero aún así, hasta la fecha, cada familia tiene que luchar por ello y no puede solicitarlo como otro ciudadano más, sino que tiene que recurrir al papeleo, a recursos y al uso del registro. Son pocas las personas que conocen este procedimiento y la mayor parte de las vecinas y vecinos que tienen dificultades terminan pagando a otras por empadronarse de manera ficticia, en ocasiones hasta 400 euros por cada certificado de empadronamiento. Es la única solución que encuentran para poder acceder a otros derechos, atención social, sanitaria, regularización…

En el Ayuntamiento dicen que no pueden facilitar el empadronamiento a personas en situación irregular de vivienda para no facilitar las mafias, pero no dicen nada de estas situaciones de extorsión que ya existen y que cierran a cal y canto la primera puerta de acceso a derechos.

En cuestión de empadronamiento, no queremos migajas.

La migración en situación de pobreza, una carrera de obstáculos

Youness cuenta como para él huir de su país es un proyecto de mejora, de búsqueda de una situación segura y de futuro, de derechos, de trabajo. Pero, sin embargo, desde el principio todo es difícil, en particular la vivienda. Muchas personas terminan viviendo en situaciones muy precarias, durmiendo en la calle o en lugares inadaptados, en un coche abandonado o un local que no reúne las condiciones mínimas de habitabilidad.

El apoyo y la información de las asociaciones le ha permitido iniciar trámites, contactar con servicios sociales o acceder a una formación o al empadronamiento. Aún así, en Parla no hay vivienda municipal y cuando estás en situación de emergencia habitacional no puedes contar con ningún recurso efectivo donde alojarte.

Sobre todo, no hay ningún recurso de protección ante un mercado de vivienda especulador y abusivo, en el que se piden seis meses de nóminas o condiciones que personas en situación de pobreza no pueden cumplir.

Es cierto también que se cuenta con una trabajadora especializada en sinhogarismo, y que se ha iniciado un recurso de apoyo que facilita una cantidad de dinero para pagar una habitación a personas empadronadas en Parla en situación de calle, 250€, durante unos meses. El caso es que encontrar este recurso es casi imposible de conseguir.

En cuestión de acceso a una vivienda, no queremos migajas.

Grupos de ciudadanía activa por los derechos

“Parla Cuida surge de la urgencia por echarnos una mano en tiempos de pandemia. Nosotras tenemos un espacio de ayuda y escucha los jueves en el que las personas vienen con sus diferentes situaciones. Ese día, yo no puedo dormir”, dice Begoña, de Parla Cuida. Y es que las personas hacen frente a muchísimas situaciones imposibles y aunque se hayan dado pasos, las situaciones de vulneración de derechos son tremenda. Por ejemplo, se ha abierto un espacio de acceso a duchas para personas sin hogar una vez por semana. Se puede decir que es un lavado de cara y es muy insuficiente, pero es un paso.

En este espacio de los jueves aprendemos que la vida de las personas en situación de calle o de pobreza es mucho más dura de lo que imaginamos.

Hay que exigir al ayuntamiento iniciativas que cambien la situación de las personas, el uso de los locales vacíos para acceder a derechos fundamentales, sea el derecho a la alimentación, el acceso a servicios básicos de higiene o el acceso a vivienda digna. La ciudadanía activa no puede mirar para otro lado, debemos dirigirnos al ayuntamiento para decirle que puede contar con nosotros para apostar por iniciativas sociales con perspectiva de derechos.

En cuestión de participación, no queremos migajas.

Desde Parla Cuida o la Asamblea de Derechos Sociales de Cuarto Mundo entendemos que es necesario contar con espacios de orientación e información en el que las personas no se sientan juzgadas, en los que se les informe consecuentemente de cosas básicas para su vida. En Parla es necesario sustituir “los locutorios” como el principal espacio de orientación en términos de derechos sociales. Desde nuestra experiencia como espacios de acompañamiento denunciamos que no haya ningún espacio de atención integral para romper la fractura digital, que no haya ningún espacio de atención especializada a personas migrantes, que no hay ningún espacio especializado para personas con dificultad de acceso a ingresos mínimos ni ningún recurso efectivo municipal para personas desahuciadas…

Para hacer efectivos los derechos debemos favorecer un diálogo auténtico entre personas afectadas y personal técnico de los servicios públicos y favorecer una unidad entre las iniciativas de asociaciones, organizaciones y sociedad civil.

Terminamos un curso escolar de defensa colectiva de derechos afirmando que no queremos migajas, que queda mucho por hacer, que queremos todos los derechos para todas las personas.