Una militante de Cuarto Mundo lleva mucho tiempo diciendo “¿Por qué no han inventado una palabra para el rechazo que nosotros vivimos diariamente?”.
En efecto, la palabra existe desde hace relativamente poco tiempo: es aporofobia y fue aceptada por la RAE en 2017.

La aporofobia se define según la RAE como la fobia a las personas pobres o desfavorecidas. Este término, acuñado en los años 90 por la filósofa española Adela Cortina, define el miedo, el odio, el rechazo, la animosidad, la hostilidad y la aversión hacia la pobreza, hacia las zonas o barrios empobrecidos y fundamentalmente hacia las personas pobres.

La indiferencia de gran parte de la sociedad hacia las personas más vulnerables permite los comportamientos aporófobos. Alzar la voz y nombrar la injusticia social tiene un significado poderoso y la acción colectiva una capacidad transformadora. En esta Universidad Popular reflexionamos sobre la aporofobia y sobre cómo sería posible transformar acabar con ella.

Intervención de Emilio Martínez Navarro, profesor universitario e invitado de la sesión
“Hay gente que, a lo mejor sin mala voluntad, cuando se cruza con una persona pobre siente el miedo a caer en la pobreza, siente que eso le podría ocurrir a ella y eso le provoca rechazo. Eso es un error, porque la pobreza no es contagiosa, es más, lo que tendría que ser contagioso es la bondad, el amor, eso sí que es contagioso, y ahí está la clave de la solución a la aporofobia y a muchos problemas humanos, en nuestra capacidad de empatizar, en nuestra capacidad de simpatía, en nuestra capacidad de amar”.
Diálogo
Tras esta presentación empezó el diálogo abierto.
Un aliado dijo que por un lado “hay un discurso, que somos iguales para todo”, pero en la realidad en las instituciones “hay un comportamiento que excluye y es aporófobo”.
Una militante Cuarto Mundo añadió: “se gastan más dinero en investigar, en juzgar o en tapar que en resolver realmente. Cómo le dices a una persona ¡lucha!, cuando sabes que le van a poner todas las trabas, que le van a juzgar, le van a hundir como persona, que si tiene algo de dignidad la va a perder y si no la pierde se va a convertir en una persona con odio”. “Yo quiero ayudas de verdad, ayudas que no me hagan sentirme mal”. Otra participante apuntilló: “no quiero perseguir lo que por derecho me corresponde”.

Emilio concluyó hablando de la “necesidad de que las personas que están en situación difícil” […] “se unan, que sean solidarias, que se apoyen mutuamente, que nunca consideren que están solas, que además de las personas que comparten su situación, hay otras muchas […] que simpatizamos, solidarizamos, con este colectivo, y que podemos en un momento dado unirnos a esa lucha, a la lucha de las personas por sus derechos, porque eso es verdad, hay unos derechos que reclamar, y si vas sola no hay solución, pero si vas con más gente a lo mejor sí”.
Una voluntaria permanente cerró diciendo “igual que nos hemos acostumbrado a no aceptar hablar mal o rechazar a alguien porque es negro, o porque es gay, o porque es lesbiana, tenemos que acostumbrarnos a luchar”, a rechazar la aporofobia, a decir “estas siendo aporófobo”. Y finalmente, “para ali-
mentar al lobo bueno tenemos que aprender que somos normales, lo que no es normal es lo que nos pasa”.
Para saber más:
Pincha en la imagen para descargar el resumen completo de la Universidad popular sobre Aporofobia en PDF.
