Como en años anteriores, este mes de julio fuimos nueve días de campamento con niños y niñas de los grupos Tapori. Esta vez fue en un albergue en el Centenillo, Jaén, donde convivimos pequeñas, mayores, y medianas de distintos barrios de Madrid: Ventilla, Parla y Entrevías.
Explorar variedad de habilidades con actividades y deportes poco habituales
Gracias a los juegos de deporte alternativos democratizamos los espacios de ocio, consiguiendo alejar a los niños y niñas de zonas cómodas como el fútbol y otros deportes habituales y permitiéndoles explorar y demostrar una amplia variedad de habilidades gracias a actividades más atípicas.
Crear algo para llevar, para recordar, conocer, cansarse, explorar…
Por otro lado, los talleres activaron su concentración y su capacidad manual y creativa, dándoles además algo que quedarse, algo que llevar a sus familias y que más tarde les recordará estos días llenos de emociones. También se hicieron veladas, para pasar un poquito de miedo, que a las pocas horas se convierte en excitación y siembra ganas que germinan y crecen durante el año. Y por supuesto juegos de agua para paliar el calor, aprovechando la piscina todas las tardes para refrescar y agotar fuerzas… para dormir luego como angelitos. Por último, hicimos también yincanas y juegos de exploración de los alrededores, para conocer el campo, el pueblo y sus curiosidades.
Aprender de la convivencia, del silencio, del que habla, de la amistad, de cada cual
Los más atrevidos enseñaron a los más vergonzosos, los vergonzosos enseñaron a ser cuidadosos, y los cuidadosos aprendieron que a veces está bien dejarse llevar. No faltaron tampoco conversaciones serias sobre temas que surgen en el día a día, ya que es de gran importancia no dejarlos correr y hablar sin tapujos.
Pasaron los días a toda velocidad, y los “me aburro” se convirtieron en “no me quiero volver”. Por suerte, tuvimos tiempo para celebrar la despedida de quienes el año que viene estarán en el grupo Jóvenes de Cuarto Mundo, y que inauguraron su nueva etapa en el agua de la piscina.
En definitiva, fueron fechas para divertirnos, cansarnos y emocionarnos mucho, donde surgieron muchas amistades y se reforzaron otras, aunque hubiera también algún que otro enfado. Así, con todo lo vivido, las niñas y niños Tapori volvieron a Madrid con más experiencias de las que llevaban.